domingo, 8 de abril de 2012
Tercera División, ¿También es fútbol?
Aunque se trate del mismo deporte, las diferencias entre la máxima y la mínima categoría de fútbol español son notorias
Eric Guardiola / Alicante
Iván Pérez, natural de Alicante, tenía 16 años cuando jugaba en las categorías inferiores del Hércules Club de Fútbol y fue llamado a la Selección Española Sub-16. Ahí compartió vestuario con jugadores como Gerard Piqué o Francesc Fábregas (F.C.Barcelona), Adán (Real Madrid) ó Mario Suárez (At. Madrid), entre otros. Hoy día estos jugadores son grandes deportistas nacionales y ganan grandes cantidades de dinero. Sin embargo, el joven alicantino, tras pasar por las categorías inferiores de Villarreal, Hércules y Alicante, no.
Iván Pérez, ahora con 23 años, trabaja en el aeropuerto de Alicante, gana 400 euros al mes y cuatro días a la semana viaja hasta Alzira para entrenarse con su equipo que juega en Tercera División.
“Cuatro días a la semana voy a Alzira a entrenar, y el fin de semana juego el partido de cada jornada. Cobro 250 euros al mes, apenas me sale rentable con la gasolina, y ya nos deben 3 meses.”, comenta.
Más de 350 equipos componen la Tercera División española de fútbol, donde el sueldo más alto en un jugador de esa categoría ronda los 1.000 euros al mes. Únicamente un 10% paga religiosamente a sus jugadores, un 40% paga entre deudas y atrasos, y un 50% no remunera a sus jugadores.
Ninguno de los futbolistas de Tercera División vive del futbol, unos estudian, otros trabajan, y otros están en el paro.
“Suelo entrar al aeropuerto a las 8 de la mañana, trabajo, como y a las 4 de la tarde salgo hacia Alzira. Hasta las 12 de la noche o la 1 de la mañana no llego a casa”, dice Iván entre suspiros. “Los fines de semana dependiendo de cuando sea el partido y dónde, me toca cambiar los turnos.”
Un tema que temen los jugadores de dicha categoría son las lesiones. Si se produce una de larga duración, puede llegar a peligrar el puesto de trabajo. Esto le ocurrió a Esteban Baldó, joven ilicitano que juega en el Eldense C.F.
Tras una acción fortuita frente a La Nucia, se rompió los ligamentos de su rodilla izquierda. Tuvo que pasar por el quirófano, y debió de guardar reposo durante 6 meses. Trabajaba de encofrador, pero por marcharse de baja tanto tiempo, y agravado con la crisis, su jefe decidió despedirlo. “Estuve 3 meses de baja y cuando llegué, mi encargado me dijo que prescindían de mí, que no había dinero.”, dice Baldó indignado, “Ahora vivo con 350 euros del equipo, y tengo que pagar un piso.”
Diferencias en la rehabilitación
Cuando un futbolista profesional se lesiona, enseguida pasa por quirófano si lo requiere, y en su recuperación tiene 4 personas distintas pendientes de su rehabilitación.
Por otro lado, en las categorías inferiores se “baila al son de la aseguradora” tal y como dice Baldó, “Tuve que esperar un mes hasta que me operaron. Compartía rehabilitación con 20 personas más, donde solo había 3 auxiliares. No desprestigio el sitio, me hace gracia la diferencia con los futbolistas famosos.”
Con una lesión como la de ligamentos, un jugador profesional, a los 4 meses ya está trotando en el césped y pronto volverá a los terrenos de juego. Sin embargo, Baldó recibió el alta a los 6 meses y medio, poco después empezó a correr. Todavía un año y medio después siente molestias.
Apenas existe diferencia en Tercera División entre ser futbolista o árbitro, estos también sufren las mismas consecuencias de trabajar en una categoría inferior.
Incluso puede llegar a ser peor, ya que, en algunas ocasiones, los colegiados ponen en juego su integridad física.
Los peligros de ser árbitro
Samuel Baños, está federado como árbitro alicantino, tiene 25 años y lleva 2 años ejerciendo de árbitro de Tercera División.
El pasado mes de noviembre estuvo a punto de perder la vida en un terreno de juego. En un partido de alta tensión entre el Novelda C.F. y el Muro C.F. Al expulsar a dos jugadores del equipo local, un aficionado saltó al campo y golpeó con un palo de hierro en la cabeza a Baños. Tuvieron que ponerle veintidós puntos en la cabeza y es que fue mucha la sangre que perdió. La policía consiguió detener al autor de la agresión, tras la denuncia del colegiado.
“La grada chillaba y me insultaba, son cosas del futbol, pero de repente un jugador del Novelda me gritó para que me apartara. Cuando abrí los ojos, estaba en el hospital.”, dice el árbitro enseñando su cicatriz.
“Normalmente en estos partidos sólo hay dos policías, que tienen que controlar a unas 500 personas, cuando la situación se va de las manos, no da tiempo a reaccionar”, explica Baños entre lamentos.
Cuando uno es pequeño, y sueña con pertenecer al mundo del fútbol, piensa en grandes estadios, la fama y en millones de personas viendo a través de la televisión ese evento. Comenzar en un equipo pequeño y conseguir dar el salto a la fama, es lo todos buscan pero eso solo lo pueden decir unos pocos. Y es que cuando un niño dice eso de, “Mamá de mayor quiero ser futbolista”, todavía no sabe lo difícil que es tener de mayor esa peculiar “profesión”.
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